lunes, agosto 09, 2010

Yo creo que la última escena de Nothing Hill me cagó la vida para siempre.

La primera vez que la ví , no era yo sino una niña enamorada de un compañero de colegio. Leandro no era el más lindo de la clase, pero sí el más hijo de puta. Nunca más lo ví pero casi seguro que hoy ya tiene una esposa a la que no quiere, un hijo que le pesa y una amante que le cuesta medio sueldo.

En el final, el personaje de Hugh Grant le declara su amor al de Julia R (mi amada Anna Scott) y acá pasa lo peor: con SHE cantada por Elvis Costello de fondo , en los dos minutos que dura el tema, hay como un clip en cámara lenta con escenas felices de la pareja hasta culminar en un banco de una plaza, ella embarazada y Hugh G, haciendole mimos en la panza.

Paren. Frenen.¿Realmente no consideran esa escena NOCIVA?.Por lo menos para mí, que hasta ese momento el único chico que me había gustado, era el póster del "Chino de Jugate Conmigo", esa imágen fue terrible.

Desde ese momento el amor tenía cara de Hugh Grant tocándome la panza. Empecé a perseguir a Leandro con una lista de nombres de posibles hijos. Nombres que rimaran con su apellido, a dejarle cartas con citas de la película, a delirar literalmente.
Y lo nuestro, que nunca había empezado , terminó con un cruel :"Me gusta Laura, vos no".

Las películas deberían reflejar otra cosa , como empiezan o terminan las relaciones en la real life : con un tipo que te dice que está confundido , que no sabe lo que le pasa, que se acaba de separar y quiere estar solo, con uno de más de 30 que se está quedando pelado y la última vez que intentó se le volvió a bajar, con minas que tampoco sabemos bien que queremos , con encuentros en fiestas pedorras, histerias, papelones que uno hace borracho , muertos en el placard.

¡Hollywood basta de engañarnos!.Si empieza casi siempre empieza con el pie izquierdo y si termina , es muy raro que termine bien.
Yo por mi parte me dedico a ver pelis de Steven Segal.
Desde que Leandro me dejó por una rubia llena de granos pero tetona, mi dí cuenta que Anna Scott, por suerte , no existe. Si no sería todo demasiado fuckin aburrido.

Hoy el amor para mí tiene cara de helado de menta granizada y chocolate amargo y es mucho mas rico.